Escribir con silencios. ¿Quién tiene esa varita mágica? En la vida sí, si se escribe muchas veces con silencios.
Anoche mismo, Luisa le dijo “no” con un silencio y la mirada prendida en la peli de la tele, cuando Pedro le dijo ¿vienes?
Con un silencio le contestó su hermana Irene cuando, en una de sus llamadas periódicas le insinuó, cuánto le gustaría visitar con Pedro, Santillana, su lugar de origen, revivir los recuerdos comunes de la infancia y juventud. Todo lo que dijo Irene fue que aquello era el pasado y había que vivir el presente.
Lo que dijo sin decir es que no los quería en su casa. Lo que dijo aunque no lo pronunciara, era que por teléfono vale, y basta. Se interesa, aparentemente, por los sobrinos.
Luisa sabe que Irene no la escucha, porque no le dice lo que quiere oír “los problemas de Lita con su pareja. La pelea de Peru con el alcohol…” Cotilleos, eso pregunta sin preguntar, contándole los problemas similares de los vecinos, pero Luisa no pica y calla.
Silencios, hubo demasiados silencios cuando murió la abuela y llegó la hora del reparto.
Silencios que aun no se han roto, que forman barreras invisibles, insalvables, que solo las palabras, algunas palabras podrían vencer.
Silencio. Cuando su amiga Esther estrenó el domingo pasado ese traje verde que le sentaba de maravilla, y ella calló, no le dijo nada, mientras la envidia clamaba por su mirada. Lo reconoce, se arrepiente pero, no encuentra las palabras con que corregir el silencio.
Carmina Zamora 24-10-2010
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