Día 26, jueves. Alcozar- Valdanzo 18 Km.
Hoy la ruta ha sido un poco chunga porque la hemos comenzado y terminado en autobús.
Como dormimos en San Esteban de Gormaz, nos llevaron hasta Alcozar y nos recogieron después de Valdanzo.
Atravesamos el monte a pie enjuto los 18 Km. programados .
No sé si en aquellos tiempos también venían olas de calor africano como está ocurriendo en estos días. Porque ésta está siendo peliaguda.
La primera parte del paseo se hace siempre muy amena con eso del desayuno y que cómo has dormido en el polideportivo, y que sois unas gallinicas que os habéis pasado al castillo y que cómo andan tus ampollas. Todo es cháchara y relajo.
Así transcurrieron las primeras leguas hasta Landa de Duero, donde había que fichar y pedir el sello en el Ayuntamiento que diera fe de nuestro paso por allí. Paseábamos en grupos flexibles cada vez con el compañero que, en ese momento, mantenía nuestro ritmo, lo que es muy útil para ir conociendo las particularidades de cada uno. Os contaré algunas, que son muy curiosas, como la de Diego, que tiene larga melena canosa y barba al modo de Curro Jiménez. Pero no es bandolero, que ahora también los hay, no os vayáis a creer, sino un místico que hace meditación profunda y se ha quitado una jaqueca a fuerza de ayuno. Además es sanador y arregla dolores con las manos. Ya ha hecho muchos apaños en bastantes espaldas. Dos días ha estado sin comer pese a las largas caminatas sofocantes. Beber, bebe como todos: en cada paradica que se hace para que los doscientos caballos de Adolfo y María, que es nuestra aguadora-curandera, nos alivien de la fatiga.
Estos doscientos caballos van comprimidos en un todoterreno que da mucha menos guerra que los caballos de verdad. Cuidado que requieren miramiento los animales. Sobre todo los que llevamos, que son de capricho, y sus dueños los miman como si los hubieran criado a sus propios pechos.
Por cierto, que Fernando, el de Cádiz injertado en Rioja, hoy ha tenido antojo de cabalgar y le ha pedido su caballo al Calabuch, uno de los valencianos, y nos ha hecho una exhibición ante la infantería, que nos ha dejado estupefactas. Nos creíamos que iba de broma y no sabía montar. Pues lo hace y con salero. Fotos hay de dan fe de su proeza. A éste haréis bien de llevarle con vos hasta Valencia, que os será muy útil en su conquista.
En Castillejo de Robledo tienen una iglesia entre románica tal cual y mozárabe, que deja desbabadito al visitante por el encanto de la decoración del ábside, tan ingenua, y la perfección del arco de la entrada, que aún conserva parte de los colores originales. Dicen que la tal iglesia fue mezquita. Faroles locales, me temo. No sé qué pintaba una mezquita allí, aunque el castillo próximo pudiera ser importante. Una lápida recuerda al viajero que en ese municipio ocurrió la agresión de violencia de género más cantada que nuestra literatura: la que les hicieron los viles Condes de Carrión a vuestras hijas, doña Elvira y doña Sol. Para que luego digan que el tema es moderno. Siempre ha habido cernícalos que descargan en sus esposas sus traumas y complejos.
La caminata hasta Valdanzo no desmerecía de aquellas que vuestros peones sufrían con la cota de malla y en las que el sol se estrellaba en petos y espaldares. Casi 40º a campo través y sin hitos que anunciaran la llegada del próximo mesón.
Menos mal que el Valdanzo tienen unas fuentes con pilón para el regodeo de piernas doloridas y espíritus gozosos. Allí también nos selló el documento una señora encantadora.
Luz, creo que se llama.
30-agosto 2010 PJ Blanco Rubio
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