martes, 29 de noviembre de 2011

Taller crítica literaria Asociación escribe-lee Diciembre


Título:    Divorcio en Buda
Autor:     Sándor Márai
Edición:  Salamandra

        Un juez, Kristóf Kömives, de gran prestigio social en Hungría, se ve afectado por el suicidio de una joven, Anna Fazekas, casada con un médico, Imre Greiner, compañero de estudios del juez, y con quien la joven mantuvo amistad en sus años juveniles.
      
  Sándor Márai es un escritor de enorme profundidad. Los hechos de una vida ordinaria los desmenuza hasta dar con las claves de la conducta de sus personajes. En este caso Márai profundiza en los comportamientos de un juez y un médico. Qué resortes mueven sus vidas; en qué medida son libres o no, condicionados por un respeto extremo a la figura social de sus profesiones. ¿Queda algún rastro en sus vidas, de los años en los que fueron compañeros de estudios?

        El autor, además, profundiza en la vida de la madre de Greiner, el médico, una mujer despreciada por su hermano, campesino rico; en una situación de pobreza extrema, de la que ella se niega a salir y ser ayudada por su hijo, mientras que el chico está tutelado por su tío, el hermano de la madre, que le paga los estudios. Qué grado de sufrimiento puede ser el de esa madre, y cómo afecta a ese chico, al médico que llega a ser, en su vida de adulto y casado, para el resto de su vida.

        Dos compañeros de estudios que han seguido rumbos distintos, totalmente ajenos el uno al otro, se encuentran una noche en casa del juez. El médico fuerza ese encuentro, a pesar de la reticencia del juez, para hablar del suicidio de Anna. ¿Qué tiene que ver el juez en esa muerte? Nada en absoluto, aparentemente. Pero la insistencia del médico desvelará hechos, motivaciones, el peso del pasado en la vida de hoy, en un suicidio difícil de explicar.
       
De todo ello una conclusión se hace evidente: La importancia en nuestra  vida de lo que vamos haciendo, pero, también, de lo que dejamos de hacer.


Eduardo Medina  Bilbao 29-11-2011

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Cinturón de la Virgen

En Moscú, dice la prensa, hacen cola los devotos y sobre todo las devotas, durante largas horas del día y de la noche- y con el frío que tiene que hacer ahora en Moscú de noche, madre- para besar el cinturón de María Santísima, que está de paso en la antigua capital de la Unión Soviética. Unas 60.000 personas lo han visitado durante el fin de semana, dicen.

Esta noticia es más que suficiente para constatar que la tortilla está comenzando a voltearse y la sociedad se va a poner patas arriba. Y si no, que me expliquen a mí cómo todo un pueblo ha sustituido, de la noche a la mañana, las colas para visitar la momia de Lenin, tan cetrino él, por el cinturón de María, que tiene un halo poético que ni veas.

Esta gente, criada en la religión del comunismo, ha encontrado el camino cristiano por la vía medieval es decir: las santas reliquias. A estas alturas de la Historia ya no vale la dentadura de san Cirilo, es un suponer, y hay que llegar a las fuentes mismas de la religión.

Parece al Cinturón lo custodian los monjes del monte Athos, en Grecia, monasterio de todos conocido y no precisamente por su faceta feminista y progre. No es de extrañar, pues, que estos santos varones, en misoginia perpetua, conserven como oro en paño un cinturón femenino – será lo único femenino del monasterio-, de la Virgen mismamente, que en este caso es auténtico de castidad, aunque no tenga el formato oficial del de las esposas de los caballeros cruzados. María era casta aun sin candado. Eso no se cuestiona.

Las señoras moscovitas acuden en procesión a pedirle milagros al Cinturón, que un archimandrita- ¡qué bonita, la palabra archimandrita!- enseña en su cajita con taracea de marfiles. Me imagino que tendrán muchas cosas que pedir: que no haya tanta corrupción política; que los mafiosos que controlan la riqueza del país la repartan entre los antiguos obreros del comunismo, hoy en paro; que haya libertad de prensa y opinión; que haya comida para todas las bocas.

Pero lo que yo me pueda imaginar no viene al caso. La noticia dice que las mujeres le piden al Cinturón de María salud, fecundidad y buen parto. Nada de reformas sociales y políticas. Eso parece que no hay dios que lo arregle

La salud se puede solucionar mejorando la sanidad. En cuanto a lo del parto, si es como el de Belén, se quedarán en paro las comadronas. Pero si quieren arreglar el problema de la fecundidad por el mismo procedimiento que la Virgen María, menuda la que le espera al Espíritu Santo.

Tere 27-11-2011