Crónicas estivales - Camino del Destierro del Cid

EL DESTIERRO CANTADO: Crónica del viaje realizado por el Camino del Destierro del Cid

Día 20 de agosto, viernes.
Vivar del Cid- San Pedro de Cardeña :21 Km.

Mi señor Ruy Díaz:
Que cuando vinieron vuestros esbirros a hacer la leva por estas tierras nos lo pusieron todo muy bonito asegurándonos que íbamos a ir a cobrar parias a Sevilla. Y una se alistó un poco ingenuamente, la verdad. Eso de viajar gratis a tierra de morería no deja de ser asaz divertido en estos tiempos peligrosos cuando pueden aparecer salteadores tanto moros como cristianos, en cualquier recodo del camino.

Pero ahora no, mi señor Ruy Díaz.

Que yo no contaba con que el rey don Alfonso os desterrara.

¿Por qué le sacasteis los colores de esa manera en Santa Gadea? Por supuesto que los castellanos necesitamos un rey a prueba de traiciones. Pero ese no es motivo para poneros como os pusisteis haciéndole jurar sobre el cerrojo de hierro y la ballesta de palo. Por muy alférez y amigo que fuerais de don Sancho. Fue muy fuerte, mi señor. Muy fuerte.

Así que no os moleste que el rey se haya puesto tan bravo.

Tenéis que salir escapando para comenzar a conquistar plazas y territorios para que os perdone AlfonsoVI y podáis volver a Castilla con la frente bien alta.

Ya sabemos que no tenéis dineros, pero nos han dicho que andan por Burgos unos judíos que no les importaría haceros un buen préstamo. No será difícil engatusarles un poco a cuenta del crédito que tenéis como hombre de honor. En el milenio que viene, ese sistema de arreglar los problemas económicos, sin tener más que fianza , se convertirá en todo un modo de vida que terminará provocando una crisis mundial. Sois un precursor en todo, mío Cid

La mesnada está un poco revuelta esperando que aparezcáis en cualquier momento. Un grupo de amigos de Quintanar de la Sierra, los de Pinares Burgos-Soria y la Asociación Bosque Modelo, de Urbión, la han resucitado.

Creo que en Cubillo del Campo, hay otro grupo de adictos que quiere reconstruir vuestras huestes. Se habían desparramado todas cuando nos enteramos de lo del destierro y algunos, que vos creíais leales, se han alistado en la bandera del rey.

Hay gente nueva. Hasta de Alemania han llegado. Y de Cádiz. Creo que de toda Castilla. Me parece haber oído a un catalán. Y caballeros de Valencia, que han llegado a lomos de caballos alazanes. Bomberos dicen que son. Hay otro caballeros del lugar, como vuestro pariente Alvar Fáñez, que, como hace tiempo que no montaba, se ha hecho un curso intensivo de equitación y se ha comprado caballo nuevo. Y menudo traje de época que viste. Es el que más chulea de todos los caballeros, yendo de acá para allá luciendo el tipo. Debe ser para impresionar a las mozas. Tanto a ellos como a la infantería se nos han proporcionado sendas lanzas de madera, que hemos ido sustituyendo, poco a poco por bastones de camino, dejando las dichas lanzas para la batalla propiamente dicha.

Ya se hizo la primera salida en pos de vuestros pasos.

La tropa partió del Molino del Cid, sobre el río Ubierna, en Vivar, el lugar en que nacisteis en 1043, que ahora se llama la “legua cero”. Pensad que en el siglo XI no se había inventado el sistema métrico. Bordearon el convento de Clarisas, coronaron el Collado del Rey, en medio de la niebla, oliendo a rastrojo, y entraron en Burgos por la puerta de San Martín, que da mismamente al solar de vuestra propiedad. Llegaron con prisas a la plaza de San Fernando, pasando de puntillas por Santa Gadea para despistar, como si no supieran nada de lo que allí ocurrió. Faltaba un atambor y un olifante que pregonara a los burgueses la entrada de vuestros leales.

En la puerta del Sarmental les esperaba el alcaide en funciones. Que estamos en agosto, señor, y del rey abajo, todo el mundo descansa en Castilla por estas fechas. El alcaide en funciones , me pareció que era del bando del rey Alfonso VI, ya que no invitó a vuestros leales a un aperitivo de bienvenida, como sería de rigor. Aunque fue muy correcto y les dio un recuerdo baladí para recordar la visita. La plaza estaba llena de nativos y japoneses, asombrados estos últimos de semejante lujo y boato.

Un juglar y una juglaresa celebraron vuestras glorias, que ya aparecen en un cantar y del que han comenzado a sacar fotocopias bajo manga los monjes de Medinaceli. La juglaresa Mencía estaba muy emocionada. Toda su vida tras vuestro rastro y, de buenas a primeras, se encuentra envuelta en este remolino que le hizo leer ante el Mundo entero un fragmento de vuestro Cantar, en la misma Catedral de Burgos. Menos mal que no lo tenía previsto. De no haber sido así, hubiera fallecido de emoción. Ni os cuento como debe tener el ego de exaltado.

Aplanados por 30º de temperatura, llegaron a pie enjuto hasta los confines de Fuentesblancas, un bosquecillo amable a orillas del Arlazón. Después de tantos siglos de relajo, vuestros nuevos vasallos llegamos un tanto derrengados. Un chupito con hielo en una terraza, nos puso a tono. Pero nos habíamos recorrido nuestros primeros 21 Km del destierro más sonado de Castilla de todos los tiempos.


21 sábado.- San Pedro de Cardeña- Mecerreyes. 18 Km.

De madrugada reanudamos el camino partiendo del monasterio de San Pedro de Cardeña, donde debisteis haber dejado a doña Jimena dolorida y a vuestros tres hijos.

Debe ser algún mago afín al rey don Alfonso, el que nos ha hecho un conjuro para que pasemos, casi con vergüenza, por todos los hitos señeros de vuestro recorrido. ¿Queréis creer que ni siquiera entramos a pedirle a Dios un camino venturoso? Ahora los monjes no abren la puerta de madrugada. Solamente dará fe de nuestro paso por la abadía, una foto de grupo ante la fachada.

Por cierto, que ese Santiago Matamoros que aparece sobre la puerta, por estos tiempos que corren, es políticamente incorrecto. No sabéis, mío Cid, cómo han cambiado las cosas en este milenio: hoy, por la mayoría de vuestras hazañas, tan cantadas, os llevarían a las mazmorras sin contemplaciones: muchas son talmente delitos.

Este trayecto fue muy interesante, sobre todo por el campo tan hermoso que cruzamos y por el que triscaban corzos juguetones, que se escondían en oyéndonos. Algunas desterradas nos despistamos confundidas entre los matorrales y encinas y perdimos al resto de la hueste. A campo través hubimos de alcanzarla, mi señor, y llegamos con la lengua afuera a Modúbar de San Cibrián, que pasamos rápidamente porque el bocata nos esperaba en Los Ausines.

Pero lo mejor de todo fue el recibimiento en Cubillo del Campo, villa, que, como os dije, está muy interesada en revivir vuestras victorias y tiene también institucionalizada otra cofradía de desterrados, que más le valiera unirse con la de Quintanar y hacer una mesnada tan grande como vos os merecéis. En Cubillo celebraban fiesta popular, con un ágape en un jardincito arbolado y a nosotros nos cedieron el local anejo, detalle que agradecimos haciendo que la juglaresa Mencía les leyera, sin micrófono ni nada, el romance de La jura de Santa Gadea, que escucharon sin pestañear, máxime cuando se lo sabían todos y estaban al quite por si la juglaresa erraba alguna rima. Que no erró.

Gran parte de la tropa descansó a la sombra de la iglesia de las leguas recorridas a 30º que acababan de patear. Menos mal que el autobús les llevó aúpas hasta Mecerreyes, que fue donde durmieron.



22, domingo: Mecerreyes –Covarrubias. 17,5 Km

Una, que no es demasiado leída no sabe el origen del nombre de Mecerreyes. ¿Sería porque aquí traían a mecer a los infantes reales? ¿o que los mecían, de manera más divertida, en su mocedad? Pues parece que no tiene nada que ver el nombre con arrullar sueños reales, sino que es vocablo mozárabe relacionado con la agricultura. De cualquier manera, esta es una villa hermosa y acogedora con vuestra mesnada. Así que, por la mañana, una vez que hubimos llegado andando desde Covarrubias, entramos luciendo nuestras mejores galas medievales. Los caballeros- son 13- a caballo, con sus pendones flameando y la soldadesca, a pie empuñando lanzas.

Entre los caballeros ,Alvar Fáñez, el más gentil entre todos, que va y viene animando al personal mientras habla por el móvil y fuma cigarros encadenados.

A Covarrubias habíamos ido en autobús para seguir el itinerario correcto. Allí nos sellaron el salvoconducto para poder transitar por vuestros territorios- y los del rey- sin preocupaciones. También nos dieron una pulsera de cuero, que debemos llevar puesta para identificarnos y controlar a los espías de los reyes moros, que están harto preocupados por este vuestro renacer.

En estos momentos, la mesnada hace la colada de sus ropas más íntimas. Porque ahora, mi señor Ruy Díaz, hemos aprendido a lavarnos mismamente como hacen los moros.



Día 23, lunes.
Covarrubias- Santo Domingo de Silos

Muy bonito, mi señor don Rodrigo, el camino que recorristeis entre esas dos villas a través de monte bajo, sembrado de encinas y carrascos. Tal vez, en vuestro primer destierro, como la mesnada no se lavaba demasiado no se apercibiera del olor a espliego. ¿Sabéis que ahora, con eso de las modas se llama lavanda al espliego?

Estos desterrados del nuevo milenio se duchan todos los días aunque tengan que dormir sobre colchonetas hinchables.

Antaño no se había inventado todavía eso de la higiene, mi señor.

El recorrido, de 17 Km. ha sido muy llevadero, pese a que había sus cuestecillas.

La tropa- he de ser sincera- se comporta en algunas cosas como la que os acompañó, y os critican por lo bajo. Hoy han hecho chanza y chacota a cuenta del cinturón de castidad que- dicen- le habéis mandado hacer al cerrajero para que doña Jimena no tenga posibilidades de pecar al guardaros ausencias. Aunque estando en lugar sagrado, no me parece a mí que pudiera tener problemas; que el abad don Sancho es hombre de bien y cuidará de vuestro honor.

En santo Domingo de Silos hemos comido y cenado en un camping, cerca del monasterio. Un camping es como un campamento militar pero de paisano. Sirve para acampar sin necesidad de ir a la guerra. Y la gente se queda tan contenta abandonando sus viviendas para vivir pobremente a la orilla de cualquier arroyo, bajo un árbol, como que en su pueblo no lo hubiera. Pero la noche la pasaremos guarecidos en edificios sólidos, mejores aún que las tenadas de vuestro tiempo, aunque haya que echarse en el suelo y envolverse en una funda, que ni siquiera es de oveja merina.

Os consolaré diciéndoos, que toda la mesnada ha acudido al monasterio a hacer oración, como procede, y dormirse las vísperas tan bien cantadas por los santos hombres de Dios.


DÍA 24, miércoles- Santo Domingo de Silos- Huerta de Rey -20,5 Km.

La convivencia se está poniendo difícil para la mesnada, mi señor Ruy Díaz. Y no es que haya problemas de entendimiento durante las largas leguas recorridas en compañía. Lo malo son las noches. Ayer, mismamente, en Santo Domingo de Silos, nos recogimos en un salón polivalente, que nos cedió gentilmente el alcaide. Tan polivalente era que, primero nos alugamos los peregrinos repartiéndonos el espacio y por acá y por acullá, dejando los calcetines lavados con otras prendas todavía más íntimas, repartidos entre las sillas apiladas en el fondo de la estancia.

En cuanto salimos a tomar un refrigerio, se celebró allí mismo una conferencia cultural de carácter poético. Me imagino la cara del ponente, contemplando los gayumbos de los peones mientras recitaba a Miguel Hernández. Poco serio me parece.

Pero eso no fue todo: cuando, rendidos por en cansancio y la fatiga nos acomodamos en sendos sacos de dormir, comenzó un concierto de ronquidos tal, que las doncellas no pudimos soportarlo y salimos a la calle para cansarnos más todavía y caer rendidas. Ni por esas. Así que hoy hemos decidido buscar alojamiento en algún castillo o posada, donde no nos hagan convivir con los rudos soldados.

De momento estamos en una casa rural de Huerta de Rey. Problemas de acondicionamiento han hecho que el único lugar libre del pueblo para alojar la tropa sea el polideportivo, bastante poco acogedor y/o el tendido uno de la plaza de toros. ¡menos mal que las damas, más astutas habíamos reservado cama en cubierto!

Eso no es todo, mi señor: también hemos comido en el albero. Es esta la plaza de toros más antigua de la provincia de Burgos. Data de 1913. Esto no lo hubierais soñado ni vos mismo.

Y eso que Moratín os hizo alancear un toro en Madrid mismamente.

¿Recordáis como termina?

“Y es fama que a la bajada
juró por la cruz el Cid
de su vencedora espada,
de no quitar la celada
hasta que gane a Madrid.”

Con nosotros, Don Rodrigo, me temo que no llegaréis a Madrid en esta atacada.


DÍA 25- miércoles-Quintanarraya- Alcozar. 21 Km.

El pueblo de Huerta del Rey, mi señor Ruy Díaz, tiene su aquél: le ha levantado monumento a los emigrantes. Cuántos serían, pienso, los que tuvieron que dejar su pueblo. Emigrantes con maleta, expulsados, por la necesidad, de su tierra, que luego volvieron, sin demasiadas conquistas. Vos lo fuisteis a caballo cuando el rey os desterró. Que el destierro tiene muchas versiones, señor.

Cuando tomamos el autobús para comenzar la ruta en Quintanarraya, todavía estaba la luna llena en el cielo.

Entonces lamenté que esta aventura no hubiera ocurrido en los años sesenta, cuando una tenía cincuenta años menos de edad y cincuenta más de romanticismo. Entonces no hubiera pedido cambiar la noche al raso, en un tendido de una plaza de toros de pueblo por un castillo de cinco almenas. Me hubiera pasado la noche haciendo la luna, como los torerillos en las dehesas. Mejor con un buen mozo, no torero necesariamente. Los peones que durmieron anoche en el albero peinaban canas y lucían ya dentadura postiza. No atraían demasiado para acompañarte en una noche de luna llena, mío Cid, pese a ser encantadores durante la marcha.

La caminata ha sido dura. Pasamos por Hinojar del Rey, Alcubilla de Avellaneda, con palacio guarnecido de leones, y Zayas, para terminar en Alcozar como final de etapa. En bus hemos llegado hasta san Esteban de Gormaz.

Lástima que en Soria no tienen detalles con el caminante y no señalan las rutas por los montes tan hermosos que poseen. No aparece un solo hito en los cruces de caminos, creando confusión y abatimiento en el andarín. Ni siquiera la ruta que vos seguisteis en vuestro destierro, impidiendo así a la infantería entusiasta que se le quiten las ganas de recorrerla y, de paso, pueda disfrutar de la riqueza de su vegetación. Para gran parte de la mesnada, más bien urbana, estos paseos están siendo una diplomatura en naturaleza. Yo misma he conocido hoy una sabina de la que tanto había oído hablar. Mi primera sabina– un sabinar entero cargado de olores- y un compañero amable me hizo notar las diferencias que tiene con el enebro.

Cuando llegamos a la villa de Alcozar, nos rodearon los rapaces que veranean con los abuelos y que apenas conocen a los caballos. Vuestros caballeros, tan amables, les dieron un paseíto a la grupa. Delicioso momento.

Nada sabían se vos los chiquillos, que en las autonomías donde han nacido les trae sin cuidado vuestra leyenda. Les contamos quién fuisteis y cómo pasasteis por su pueblo, hace mil años, pidiendo posada. Lo mismo que la señora Gloria, tan amable con nosotros, que nos cedió el antiguo local de las escuelas, hoy centro cívico, sus antepasados le dieron agua y comida a vuestra hueste.

Nosotros, mil años después, habíamos vuelto a darles las gracias.

Entre los chiquillo había una niña, muy débil y muy blanca, toda ojos azules. Escuchaba asombrada.

No tenía lágrimas.

Ya nadie llora por vos, mi señor.


Día 26, jueves. Alcozar- Valdanzo 18 Km.

Hoy la ruta ha sido un poco chunga porque la hemos comenzado y terminado en autobús.

Como dormimos en San Esteban de Gormaz, nos llevaron hasta Alcozar y nos recogieron después de Valdanzo.

Atravesamos el monte a pie enjuto los 18 Km. programados .

No sé si en aquellos tiempos también venían olas de calor africano como está ocurriendo en estos días. Porque ésta está siendo peliaguda.

La primera parte del paseo se hace siempre muy amena con eso del desayuno y que cómo has dormido en el polideportivo, y que sois unas gallinicas que os habéis pasado al castillo y que cómo andan tus ampollas. Todo es cháchara y relajo.

Así transcurrieron las primeras leguas hasta Landa de Duero, donde había que fichar y pedir el sello en el Ayuntamiento que diera fe de nuestro paso por allí. Paseábamos en grupos flexibles cada vez con el compañero que, en ese momento, mantenía nuestro ritmo, lo que es muy útil para ir conociendo las particularidades de cada uno. Os contaré algunas, que son muy curiosas, como la de Diego, que tiene larga melena canosa y barba al modo de Curro Jiménez. Pero no es bandolero, que ahora también los hay, no os vayáis a creer, sino un místico que hace meditación profunda y se ha quitado una jaqueca a fuerza de ayuno. Además es sanador y arregla dolores con las manos. Ya ha hecho muchos apaños en bastantes espaldas. Dos días ha estado sin comer pese a las largas caminatas sofocantes. Beber, bebe como todos: en cada paradica que se hace para que los doscientos caballos de Adolfo y María, que es nuestra aguadora-curandera, nos alivien de la fatiga.

Estos doscientos caballos van comprimidos en un todoterreno que da mucha menos guerra que los caballos de verdad. Cuidado que requieren miramiento los animales. Sobre todo los que llevamos, que son de capricho, y sus dueños los miman como si los hubieran criado a sus propios pechos.

Por cierto, que Fernando, el de Cádiz injertado en Rioja, hoy ha tenido antojo de cabalgar y le ha pedido su caballo al Calabuch, uno de los valencianos, y nos ha hecho una exhibición ante la infantería, que nos ha dejado estupefactas. Nos creíamos que iba de broma y no sabía montar. Pues lo hace y con salero. Fotos hay de dan fe de su proeza. A éste haréis bien de llevarle con vos hasta Valencia, que os será muy útil en su conquista.

En Castillejo de Robledo tienen una iglesia entre románica tal cual y mozárabe, que deja desbabadito al visitante por el encanto de la decoración del ábside, tan ingenua, y la perfección del arco de la entrada, que aún conserva parte de los colores originales. Dicen que la tal iglesia fue mezquita. Faroles locales, me temo. No sé qué pintaba una mezquita allí, aunque el castillo próximo pudiera ser importante. Una lápida recuerda al viajero que en ese municipio ocurrió la agresión de violencia de género más cantada que nuestra literatura: la que les hicieron los viles Condes de Carrión a vuestras hijas, doña Elvira y doña Sol. Para que luego digan que el tema es moderno. Siempre ha habido cernícalos que descargan en sus esposas sus traumas y complejos.

La caminata hasta Valdanzo no desmerecía de aquellas que vuestros peones sufrían con la cota de malla y en las que el sol se estrellaba en petos y espaldares. Casi 40º a campo través y sin hitos que anunciaran la llegada del próximo mesón.

Menos mal que el Valdanzo tienen unas fuentes con pilón para el regodeo de piernas doloridas y espíritus gozosos. Allí también nos selló el documento una señora encantadora.

Luz, creo que se llama.



DÍA 27, viernes.
Valdanzo- San Esteban de Gormaz, 21,5 Km.

Hoy, mi señor, hemos trocado los pinares por vegas de majuelos y trigales. Algún valle lleno de girasoles también. De vez en cuando la tropa ha disfrutado de ciruelas, algo agraces todavía, pero que se han metido en el morral sin remordimientos porque eran del Común. Lo del Común es como que fuera de los siervos talmente, sin mediar señor.

El paisaje ha cambiado también lo mismo que el viento, que hoy sopla. Qué alivio.

Gracias a las nubes que matizaban el sol pudimos errar por los caminos desde Valdanzo hasta Aldea de San Esteban, dejando a un lado Miño. Y digo bien lo de errar ya que seguimos con pésimas señalizaciones que, mucho me temo, los labradores ponen donde se les antoja cuando el tractor las levanta de su sitio.

Menos mal que el sherpa Mariano tiene muy buen olfato y dirigió la expedición con acierto. Yo tengo mis dudas acerca de que el camino que patea esta vuestra nueva mesnada reconstruida sea el mismo que recorristeis antaño. Sospecho que no andaríais con contemplaciones y huiríais a campo través arramplando con cuanto encontrarais por el camino. No os creo capaz de seguir tanto vericueto como hay hoy, que más bien parecen senderos de sembrados.

Así que pasamos de largo por Miño de San Esteban, sin detenernos, hasta llegar a Aldea de San Esteban donde nos esperaba el avituallamiento del almuerzo.

El almuerzo- ahora se llama bocata- nos lo transporta diariamente el amable Lucio, que hoy nos había preparado bocadillos de jamón con tomate.

¿Que no sabéis qué son los tomates? Os lo cuento en mejor ocasión, mío Cid, querido.

El bueno de Lucio, no solamente nos alimenta cuando podemos desfallecer, a media mañana, sino que nos trae la comida de una posada de Quintanar – a veces necesita ayuda- y lleva a su cargo toda la impedimenta de la expedición subiendo en la furgoneta las mochilas de los infantes. Los jinetes se lo organizan aparte.

Pues en Aldea nos encontramos a Lucio que esperaba con la maga María, que lo mismo saca de su faltriquera una variedad increíble de mejunjes y de pócimas para aplicar en los pies doloridos de los caminantes, que nos da un brebaje para aliviar la cagalera, dicho sea con perdón. Si no fuera por ella habríamos desertado más de la mitad y nos hubiéramos pasado al moro, que dicen que sabe mucho de medicina.

En Aldea todos han sido parabienes: son gente sana y generosa. Y están con vuestra merced, mi señor, diga lo que diga el Rey. Que, haciendo caso omiso del pregón, han sacado, para nuestro alivio y regocijo, unos cuantos porrones de vino de la tierra y cerveza. No contentos, nos han invitado a café.

El café es esa bebida caliente que os ofrecen los reyes moros cuando les visitáis y que ahora está al alcance de los siervos de la gleba.

Esta tarde la tropa está invitada a un paseo por la villa de San Esteban de Gozmaz, donde pernoctamos. Ayer ya visitamos una iglesia de vuestra época, de gran devoción por estos lugares. Mismamente iban a dar un concierto muy fino, como si de músicos de la corte se tratara. Y hoy tienen programado otro, al que acudiremos los desterrados más cultivados, que somos la mayoría.

Que no sabéis el nivel que tenemos: todos vuestros siervos del siglo XXI sabemos leer y escribir en romance . En latín, algunos.

¿Acaso sabíais vos mismo?



DÍA 28, SÁBADO, San Esteban de Gormaz, Burgo de Osma. 17 Km.

Hoy no he hecho trampa, mío Cid, y he cubierto a pie todo el recorrido. Nada de subirme en el acorazado y pedirle sopitas a la maga María como la mayoría de las etapas. Hoy no.

Es que quería meditar acerca de este peregrinaje sin indulgencias que estoy haciendo. Para mí es toda una experiencia de vida, máxime cuando he vivido tantos años con un experto en vos y en el Cantar que lo leía con voz grave y maravillosa.

Vinimos Goyita y yo y ahora ya somos tres en la cuadrilla porque hemos incorporado a Pili Sevilla, la burgalesa, tan divertida y tan buena persona, que se queda en nuestro mismo castillo. A medida que han pasado las etapas se han ido incorporando más gente. Lo de hoy ha sido fervor. Qué poder de convocatoria tenéis, o tienen entre Per Abbat y Pero Gil Abad, que son de la misma familia.

Andar por los caminos es un ejercicio de convivencia como hay pocos. Hoy han tocado rastrojos, que había que atajar por entre las curvas del sendero.

La cuadrilla parece que no tiene conciencia de la situación de desterrada y anda tan contenta y dicharachera. Hay también quien está utilizando la marcha para evadirse de su vida cotidiana sin salir de sí misma; como que caminara sonámbula llevando el destierro en el alma. Triste, mi señor. Muy triste. Otros aprovechan para confesar su secretos, que es bueno tener confesor extranjero, al que no hay que rendir más cuentas que de las que nos interesa liberarnos.

En Alcubilla del Marqués tenéis una escultura en la plaza, junto al pilón. Hemos aprovechado para hacernos una foto de la mesnada al completo, con caballos y todo. Un poco naif parecéis. Pero es lo que se lleva en estos tiempos. Otra vuelta al románico.

Y en Burgo de Osma hemos estado en la catedral, engalanada porque había boda de tronío. Lo menos se casaba la hija del alcaide, que llegó preciosa en un en un Rolls-Royce. Ni contar os quiero cómo iban los invitados. De marca todos. Nada de todoacién como los aderezos que nos hemos comprado para la cena medieval de mañana.

En la catedral me he encontrado con un antiguo conocido de Palencia: el arzobispo Fonseca, que aquí se gastó la mayoría de los diezmos que pagaban los siervos para demostrar su poderío ante el pueblo y sobornar a Dios en el más allá.

Lo mejor de todo, mi señor, ha sido el enterarme de un milagro milagroso que ocurrió en vuestros tiempos, cuando un sacristán le tiró un trasto al Cristo del altar para espantar un pollo. El mi pobre erró el tiro y se lo dirigió al Cristo, que, dolorido, sangró. El obispo, que no podía ser mi Fonseca, que nació más tarde, recogió la sangre y se venera en un algodón dentro de un relicario.

No me digáis que no es curioso. Ahora que ya se les está agotando el tema a los teólogos, pueden sacar una variante intentando hacerse con el genoma divino mismamente.

Me pareció magnífico, y un documento gráfico de la vida medieval, el sepulcro de san Pedro de Osma, policromado. Él solo se merece una visita a la ciudad, que es acogedora y magnífica, con mucho señorío.


Día 29, domingo. Navapalos- Berlanga de Duero: 24,5 Km.

Hoy ha hecho trampa toda la mesnada, mío Cid. ¿Para qué os voy a engañar? Y , en vez de caminar por vuestras huellas, hemos hecho pira y comenzado la jornada en Recuerda para estar frescos en Berlanga.

Fuimos en autobús hasta el castillo de Gormaz. Una pasada. No me extraña que Almanzor pudiera reunir allí tantísimos moros para sus correrías. Es que, menudo sitio para controlar la zona, en aquel cerro desde que se divisa media Castilla, aunque no se hubieran inventado los prismáticos. Así cualquiera.

Pero, ya veis, mío Cid: pasó de los moros a los cristianos en un plis plas y fuisteis su señor en el año 1087.

A Berlanga llegamos vestidos con nuestras mejores galas tanto la caballería como la infantería. La gente esperaba contenta a la tropa de su señor natural y nos siguió hasta el castillo, que no es tan grande como el de Gormaz, pero también tiene su poderío. Los caballeros llevaron el pendón por todo el pueblo, regocijado con la fiesta y, en el balcón del Ayuntamiento, junto a la placa que os recuerda como su primer alcaide, la juglaresa Mencía les recitó la poesía “Castilla” de Manuel Machado, que la concurrencia escuchó en silencio.

Luego se celebró una comida medieval con su sopa boba y su cordero asado. A todos nos colocaron un babero a modo ya que no había más cubiertos que una cuchara de palo y en algún sitio había que limpiarse las manos. Jarras y cazuelas de barro se avergonzaban de las botellas de cristal de agua embotellada, máxime cuando es tan buena la de la fuente del lugar.

Mientras yantábamos, un grupo de músicos tocaba la dulzaina, el atambor y el salterio.

Como os lo cuento: puro medievo.

La música, tal vez un poco alta, impedía a los comensales lamentarse de los corto y ligero que ha resultado el camino.

Mejor así. Las despedidas deben ser rápidas; sin demasiado tiempo para las lamentaciones de la próxima ausencia.

La Tregua de Dios comienza mañana y la plana mayor se dedicará a buscar las estrategias del próximo ataque a la ciudad de Guadalajara el año próximo. Mientras tanto, vuestra mesnada recordará la andadura con placer y soñará con la próxima campaña llena de esperanza.

Y todo se contará y se cantará.

Vuestro destierro, Mío Cid ,es un destierro cantado.



30-agosto 2010 PJ Blanco Rubio