Ay, Eva! Cómo has dado en el clavo con esa frase de “primero me salto las normas, y luego, como es poesía, vete a saber”.
Creo que éste es un punto que habría que aclarar y voy a hacerlo aunque me considero lega en avatares poéticos y no hay que tomar como dogma mis opiniones… Hablo, más bien, desde la teoría.
Voy a poner un ejemplo muy plástico.
Si hay alguien que fue capaz de “destrozar” la pintura en el siglo pasado y sacarle las entretelas, fue Pablo Picasso. Nadie hubiera osado contradecirle pese a que muchas veces era ininteligible. Sin embargo, muchos otros pintores, que, aparentemente hacían lo mismo, ni han pasado a la historia. ¿Por qué? Pues porque Picasso, a los 14 años, pintaba como Velázquez y fue premio nacional de pintura con una obra convencional.
Picasso, que sabía “construir” un cuadro se podía permitir el lujo de “deconstruirlo”. No podía haber llegado más lejos después del premio. Tenía que inventar otro tipo de pintura más filosófica, más metafísica, más abstracta.
Pero hubo mucha gente, que no sabía el por qué de esa pintura aparentemente absurda, se dedicó a dar pinceladas con el pie, que podían ser estéticamente bellas, pero a las que les faltaba mensaje ideológico.
Recuerdo una entrevista a Chillida- al que yo no entendía- en la que daba una lección magistral del espacio: entonces lo comprendí.
Tanto Chillida como Picasso fueron rompedores. Cambiaron la pintura y la escultura. Con la poesía y la música ha pasado lo mismo y se han revolucionado en el siglo XX, ya que todas las Artes coetáneas son aspectos de un mismo momento creativo de la Humanidad y tienen las mismas características.
Miguel Hernández, sin ir más lejos, es un poeta moderno, que versifica como quiere, con un bagaje gongorino alucinante. Tiene autoridad para “deconstruir“ la poesía porque sabe “construirla” como los dioses.
Hay mucho gato por liebre tanto en arte abstracto, como en poesía libre. En mi ignorancia, me cuido de no decir que un cuadro es “bueno” sino que “me gusta”. Porque una manifestación artística puede ser atractiva o interesante sin mayores pretensiones.
Cuando una persona descubre que es capaz de expresar un sentimiento por escrito, se suele creer poeta… y comienza a versificar.
En este caso suelen ocurrir dos variantes:
A: Que el vate neófito se ponga muy contento y comience a creerse que, como escribe expresiones nacidas en un momento creativo, ya es un artista y comience a colocar en columna cada frase que le sale del alma, llamando “poema” al conjunto de renglones cortos.
B: Que, consciente de este don que ha recibido de los cielos, se emborrache de lecturas que le acerquen a las técnicas poéticas, con intención de aprender. Suele ser el caso de la mayoría de los que aquí estamos.
No creo necesario ponerse a estudiar métrica y darle vueltas al arte mayor y al arte menor como si tuvieras que presentarte a un examen.
Soy una devota de la lectura. Estoy convencida de que se aprende leyendo aunque no sepas cómo se llama lo que leas. Hay que llenarse el cerebro de la música y las licencias poéticas, que luego van a salir sin darte cuenta.
Y hay que leer a los clásicos. Los clásicos son las andaderas en todas las Artes. Solamente, tras aprender a andar, se puede prescindir de ellas. So pena de romperte las narices.
No digo que para escribir verso libre haya que comenzar – aunque no está de más hacerlo- por utilizar décimas, redondillas o estrofas de pie quebrado. Pero hay que haberlas leído. Haber disfrutado con ellas y asumirlas.
Hay una teoría sociológica que dice que el desarrollo del individuo es paralelo al desarrollo de la especie. Si la sociedad a la que pertenecemos ha evolucionado poéticamente con diferentes estructuras a medida que ha ido avanzando, sería razonable que, cada uno de nosotros tuviéramos un proceso evolutivo poético semejante al que se estudia en Literatura.
¿Es interesante quemar etapas regladas y comenzar por la última, libre?
Parece que muchos poetas pretenden hacerlo así. Aunque nunca sabremos -¿o sí?- si lo que estamos leyendo es producto de una deconstrucción poética consciente, escrito por un artista harto de estructuras académicas o, simplemente, incapacidad para versificar mejor.
Como dije al principio, me considero principiante en el arte de escribir poemas. Hablo desde la lejanía de la teoría.
Hago lo que puedo y me suelto de las andaderas en cuanto tengo ocasión.
Ni oso considerarme poeta. Ya me gustaría.
A estas alturas de la vida, lo que quiero es jugar a serlo.
Pero me gusta hablar de ello. En prosa, que la controlo mejor.
Petra-Jesús