domingo, 17 de abril de 2011

Taller de crítica literaria - 2 de Mayo 2011


SOBREVIVIR EN TIEMPOS DE GUERRA


Título: El tiempo entre costuras, junio 2009
Autora: María Dueñas
Edición: Planeta

Crítica de Eduardo Medina

La trama es pura vorágine desde el comienzo hasta el final, llena de interés y sorpresas.

Una chica de condición sencilla, que no conoce a su padre, vive en Madrid con su madre (soltera), que se gana la vida trabajando en un taller de costura; con novio y planes para casarse, se enamora perdidamente de un hombre arrollador que trastoca su vida. Visto y no visto, rompe con el novio y deja a su madre para irse a vivir con él. El padre de la chica, ante la inminencia del estallido de la guerra civil y temiendo por su vida, cita a la mujer, a la que abandonó, y a la hija, a la que no conoce, para entregarle a esa hija una fortuna en joyas y dinero. Este es el arranque de la historia que ha urdido la autora en la que a un ritmo vertiginoso la protagonista se va a ver implicada en un torbellino de hechos con el trasfondo de la guerra civil, las acciones de sumo riesgo de los servicios de inteligencia, el glamour de la alta costura que viste a las damas de la alta sociedad.

Los personajes, una mezcla incesante de personas reales e imaginarias: Beigbeder, Serrano Suñer, Rosalinda, militares señalados del Alzamiento… de un lado; del otro: Ramón Arribas / Candelaria y Jamila / el comisario, don Claudio / Marcus Logan, el espía británico / Manuel da Silva, el empresario portugués / Félix Aranda, el vecino muy raro lleno de recursos / … dan lugar a un flujo magistral de diálogos. No sería exagerado decir que más de la mitad de la novela avanza con el impulso de los diálogos, un fluir incesante, revelador de la enorme complejidad de las vidas que se entrecruzan, con la política, los negocios, las tramas de los servicios secretos, como telón de fondo. Diálogos que la autora maneja con pleno acierto, que hacen muy amena la lectura.

En el epílogo la autora desvela: “ésta fue mi historia”, la Sira de la novela es ella misma; trabajó para el servicio secreto y se reconoce como una virtuosa del doble juego; tuvo su propio taller de costura, y la fama del mismo le blindó de cualquier sorpresa, una tapadera eficaz para esconder el turbio manejo de la información reservada.

Eduardo Medina (abril 2011)


Crítica de Petra-Jesús Blanco Rubio

Me acuso de haber buceado en Internet otras críticas al libro más leído en España durante el año 2010 antes de escribir la mía. Y me ha sorprendido el que mucha gente, posiblemente muy intelectual, se negaba a leerlo al pensar que se trataba de un “libro de mujeres” o más bien “un libro de marujas”, dado el título.

No entiendo qué puede ser “un libro de mujeres”. Y yo, que no voy por la vida haciendo alarde de feminismo, me siento totalmente frustrada cuando nuestra sociedad califica así una obra en la que la protagonista es una mujer que escribe su historia y que se desenvuelve en el mundo de la moda de alta costura.

Lo más curioso es que este libro en el que aparecen marujas de la alta sociedad llenas de glamour, ha sido escrito por una mujer. Una mujer que no tiene nada de maruja, que es catedrática de Universidad, con un currículo brillante, capaz de bucear en el mundo de la costura que ignoraba, y en el de la historia sumergida del espionaje durante la guerra civil y años posteriores. Si este trabajo lo hubiera hecho un hombre, se consideraría un gran escritor capaz de hacer verosímil un mundo para él desconocido.

María Dueñas lo es. Ha escrito una novela que comienza como un dramón y, a medida que avanza va girando hacia la novela costumbrista, documental, sicológica y negra, que se va convirtiendo en trepidante, llena de suspense en el capítulo del tren de Portugal.

La situación de la aventura en un lugar tan oportuno como el Protectorado de Marruecos en los momentos del Alzamiento, hace que se vea la guerra civil con una perspectiva más técnica, con menos sangre que si hubiera abordado el tema descarnado de la situación de España en la península. Dice la autora que los hechos novelados están ubicados en contextos rigurosamente históricos; incluso el personaje entrañable de Rosalinda Fox, que podía parecer ficticio, corresponde a una dama británica de grandes méritos en el servicio secreto del Reino Unido; lo mismo que su pareja el coronel Beigbeder y otro muchos que también tuvieron que ver en la historia del momento. Descritos todos ellos con la misma minuciosidad sicológica dedicada a la matutera Candelaria, el incomprendido Félix o la deliciosa Jamila.

Por supuesto que la trama de la novela es totalmente imaginativa, con un esquema circular en el que personajes cómo el de Don Gonzalo Alvarado, doña Manuela, e incluso el novio Ignacio, que pasa de funcionario cuitado a policía secreta del franquismo, cierran la historia con un broche coherente.

No le ha sido difícil a la escritora sumergirse en el mundo de la burguesía franquista formada por altos funcionarios, militares alemanes, oportunistas y cuerpo diplomático: existe mucha documentación al respecto y las hemerotecas dan buena cuenta de los eventos donde se cocían los asuntos más turbios. No así cuando se mete en el intrincado mundo de la moda donde tiene lagunas curiosas.

Yo que soy maruja y costurera no acierto a comprender que se tenga que hacer a mano, sin la inevitable máquina de coser, cualquier prenda y considero imposible que con tantísima artesanía, Sira Quiroga pudiera cumplir con la demanda en los plazos exigidos.

Me he sonreído alguna vez ante soluciones mágicas y otras anacrónicas que necesariamente tienen que ser posteriores a las fechas entre las que se desarrolla la trama y que se le han escapado a la autora, bastante más joven que yo, como mencionar que los teléfonos pudieran estar “pinchados” cuando en aquella época, con las centralitas telefónicas, todos lo estaban; o cuando la modista de moda entraba impunemente en los exclusivos salones del Club Embassy sin ser acompañada por un caballero una y otra vez- en los años 40- y sin ser calificada de buscona.

Sin ser una obra maestra, es magnífica. Supongo que no entraba en los intereses de Dueñas convertir su libro en un alegato a la capacidad de toda mujer para sobrevivir a pesar de que la vida la coloque ante las dificultades más arduas, pero lo consigue. Para las mujeres esto no supone ninguna novedad. Creo que lo hubiera conseguido con cien páginas menos, aunque está tan agradablemente escrito, que la lectura de “El tiempo entre costuras” no resulta larga, pese al peso del libro.

Petra Jesús Blanco Rubio, Bilbao , 2-5.2011

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