Nuestra compañera de asociación y amiga Elena, nuevamente nos ha sorprendido con la publicación de una nueva obra, el título ya es un adelanto de lo que en 252 páginas irá relatando pero, a pesar de la sórdida historia, a Elena, entre líneas, se le adivina el talante amable y conciliador con el que nos obsequia en el trato diario.
En la descripción de los paisajes que contempla, consigue que los amemos casi tanto como la autora confiesa que le atraparon; podemos ver a una joven que llega a la isla y, este hecho geográfico ya en sí encierra misterio, si además, son tierras lejanas, separadas por una porción del Atlántico, lo impregna con un sello de aventura que resulta muy contagioso, en el capítulo cinco, cuando llega a su destino el Alcalde le pregunta:
-“¿te gusta lo que has visto de nuestra isla”
-“sí, es maravilloso, me duelen los ojos de tanta belleza” contesta
Los personajes que nos va presentando a lo largo de las páginas, no pueden estar en otro lugar que no sea en la orografía descrita, duros pescadores al igual que en diferentes costas pero con el suave deje canario que sabe amortiguar las callosidades de las manos y las arrugas labradas con el golpear de los abundantes vientos alisios, siempre amables, ofreciendo fresco pescado en muchos casos. La vida de la mayoría de los isleños es sencilla, la amabilidad es un rasgo generalizador a pesar, en muchos casos, del sufrimiento bien por la escasez del trabajo o por la dureza del mismo. Y, mientras vamos conociendo a estas gentes, nos enteramos de la existencia de Carmela, gran amiga de la protagonista, aunque después de leer unas pocas páginas, parece que también compartimos con ella confidencias. Es el nudo de la novela, un alegato contra los malos tratos dentro del matrimonio, descritos en algunos momentos con gran crudeza, salpicados con conversaciones de apariencia más fútil pero inquietantes porque son el preludio de agresiones físicas que en algunas mentalidades machistas, entienden, que pueden formar parte del matrimonio, como de manera secular, apoyado en leyes, en la sociedad autoritaria y compartimentada en clases, a la mujer se le viene considerando el último eslabón de la cadena, obligada a soportar vejaciones sutiles o explícitas.
Que este buen libro ayude a superar esta lacra.
Marijo Biurrun , Bilbo, 23/04/2011
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