Durante los días 4, 5 y 6 de mayo realizamos el viaje anual de la asociación Escribe-Lee a Tierra de Campos, en el centro de la provincia de Palencia.
Acudimos 22 personas decididas a percibir información y sensaciones nuevas, tanto como a llevar a Castilla nuestro entusiasmo.
Disponiendo solamente del fin de semana hubo que aquilatar el recorrido y decidimos hacer cuartel general en una casa religiosa situada en Carrión de los Condes, patria del Marqués de Santillana, que visitamos el mismo viernes por la mañana y donde conocimos sus dos mejores iglesias: la de Santa María, que recuerda en piedra el tributo de las cien doncellas y la de Santiago, que ofrece en su fachada un frontal románico con su pantócrator y su apostolario además de una colección de personajes colocados en la arquivolta de la puerta, representativos de los oficios de la época. No pudimos acceder al monasterio de San Zoilo por estar realizando obras en la zona monumental, lo que no fue impedimento para acercarnos al edificio, hoy hostal, y tomarnos un chupito después de cenar. Por la tarde recorrimos tres monumentos señeros del Camino de Santiago: la iglesia de Santa María la Blanca de Villarcázar de Sirga, de origen templario, cuya historia nos fue relatada por el párroco, que nos mostró la imagen de Nuestra Señora a la que Alfonso X le dedicó sus Cantigas; la iglesia-catedral de Támara, impresionante en sus dimensiones y riqueza en un pueblo casi deshabitado, con un órgano insólito asentado sobre una columna y que todavía se utiliza en conciertos estivales, y el bombón románico del Camino: la iglesia de San Martín de Frómista, cuya visión, con arco iris incluido y que no figuraba en el programa, no olvidaremos.
El sábado día 5 lo ocupamos en visitar la mansión romana del siglo IV, La Olmeda, descubierta el un trigal hace unos cincuenta años y hoy casi recuperada totalmente, en la que se encuentran los mosaicos rurales mejor conservados de Europa en una domus a la que no le faltaba ningún detalle de los palacios de Roma, incluidas las termas, en la que trabajaban un millar de servidores entre esclavos y libertos. La Olmeda pertenece al pueblo de Saldaña, cuyo alcalde nos saludó amablemente y puso a nuestra disposición un guía que nos relató la historia de la villa, perfectamente restaurada, y que, previamente, nos había ofrecido la Casa de Cultura donde, por la tarde, la Asociación correspondió con un recital sobre Gabriel Celaya, de centenario reciente, y al que acudió numeroso público que quedó muy satisfecho estrechando, de esta manera, los lazos de amistad entre bilbainos y saldañeses.
Por la noche ofrecimos otro recital espontáneo y entrañable a las monjitas que tan bien nos estaban tratando y que ellas calificaron como "una experiencia mística".
El domingo, día 6, lo dedicamos a conocer la ciudad de Palencia, ciudad levítica llena de iglesias: San Miguel, con su torre fortaleza, San Pablo, San Lázaro, Santa Marina , la Compañía, que rodean la catedral llamada, "la bella Desconocida". Contemplamos edificios modernos muy interesantes como la Diputación, junto al convento de las Claras donde está el Cristo que inspiró a Unamuno, o el palacio del marqués de Villandrando en la mítica Calle Mayor, que dio nombre a la película de Bardem, allí rodada, y en cuyos Cuatro Cantones- el punto cero de la ciudad- nos hicimos nuestra fotografía de recuerdo.
Después de comer en la Plaza Mayor, no tan exquisitamente como lo hicimos en Saldaña- hay que reconocerlo-, paseamos por la orilla del Río Carrión, lugar obligatorio para todo palentino y forastero que se precie y atravesamos, Puentecillas, para adentrarnos en el Sotillo de los Canónigos, como si talmente lo fuéramos, antes de volver al autobús, que nos devolvió a nuestro Bocho mientras contemplábamos el mar verde que es Castilla en Primavera.
Todo el viaje ha sido una experiencia llena de buen compañerismo, con muchos resabios literarios divertidos, y del que llevamos un grato recuerdo.
Bilbao, mayo 2012
Petra-Jesús Blanco Rubio