domingo, 24 de mayo de 2015
viernes, 1 de mayo de 2015
Taller de Crítica literaria Mayo 2015
Luis Landero "El balcón en invierno"
Por mucho que quiera escribir la crónica de
su familia, y asegurar que rompe con la ficción, que ya no es rentable desde el
punto de vista literario, porque no quedan lectores, Luis Landero se confiesa
como “un niño mentiroso” con demasiadas fantasías en la cabeza, lo que da qué
pensar acerca de la verosimilitud de su autobiografía.
Pero, ¿qué más da?
Pero, ¿qué más da?
Lo que menos interesa es que sea cierto lo
que manifiesta o que los personajes descritos encajen
perfectamente con su auténtica realidad humana: se le perdonan los desvaríos
por mor de una deliciosa lectura, producto de un dominio del oficio capaz de
mezclar, en las debidas proporciones, realidad y ficción.
Luis Landero
(Alburquerque, Badajoz, 1948) Se asoma al balcón de su casa, que también es el
balcón de su vida y mira hacia lo lejos en el tiempo y en el espacio, llegando
hasta su infancia rural en una familia normal en la que conviven los soñadores,
los pragmáticos, los frustrados, los realistas y los sufridores. Igual que en
tu familia o en la mía.
¿Se puede escribir una historia de una familia en la que únicamente exista el suspense de la propia existencia? Si se es buen escritor, sí.
¿Se puede escribir una historia de una familia en la que únicamente exista el suspense de la propia existencia? Si se es buen escritor, sí.
Porque Landero,
no solamente describe magistralmente a sus parientes, sin ocultar sus pequeños
traumas, sino que es capaz de ensamblarlos con las grandezas de cada uno,
configurando seres reales que convencen al lector que se reconoce en ellos.
Escrito en primera persona- usando la segunda, cuando se quiere afianzar en algún detalle, como hablándose a sí mismo- reflexiona, acompañando a sus personajes con consideraciones acerca de la influencia que tuvieron en su vida y en su profesión.
Me ha entusiasmado su abuela Frasca, gran contadora de historias, en cuya descripción, el autor, da una lección magistral de oratoria. Sus cuentos orales, dice, fueron los libros que le faltaron en la infancia.
Escrito en primera persona- usando la segunda, cuando se quiere afianzar en algún detalle, como hablándose a sí mismo- reflexiona, acompañando a sus personajes con consideraciones acerca de la influencia que tuvieron en su vida y en su profesión.
Me ha entusiasmado su abuela Frasca, gran contadora de historias, en cuya descripción, el autor, da una lección magistral de oratoria. Sus cuentos orales, dice, fueron los libros que le faltaron en la infancia.
Si los sueños
frustrados de su padre y las fantasías de su primo Paco le abrieron la
imaginación para la escritura, la estrategia narrativa de la abuela le abrió al
mundo de la exposición literaria.
Pero hace falta
mucha sensibilidad para saber encontrar las claves de la profesión de escritor,
para la que no sabía que estaba destinado, en las aparentemente anodinas
aventuras de aquella infancia rural y de la adolescencia de inmigrante a la
gran ciudad, que no fue capaz de devorarle sino de darle oportunidades.
El juego entre
las reflexiones y los personajes, en un castellano hermosísimo, engancha desde
la primera página, y el lector no sabe si necesita pasar al siguiente capítulo
para conocer a aquel tío que comía solo en un rincón o disfrutar de cómo está
contado.
“El balcón en invierno” es un libro gozoso. Que te llena el alma de satisfacción mientras se integra en una historia sencilla y normal, contada con entusiasmo, que puede ser la tuya, mismamente.
“El balcón en invierno” es un libro gozoso. Que te llena el alma de satisfacción mientras se integra en una historia sencilla y normal, contada con entusiasmo, que puede ser la tuya, mismamente.
30-4- 2015 PJ
Blanco Rubio
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