Heinrich
Böll (Colonia, 1917- Langenbroich-Eifel, 1985) no podía comenzar su novela “El
honor perdido de Katharina Blum” con el latiguillo de “cualquier parecido con
la realidad es mera coincidencia”, ya que su argumento estaba basado en un
hecho real.
En esta parábola, escrita a modo de
informe oficial, por un narrador omnisciente, Böll mete el dedo en el ojo al
sensacionalismo periodístico capaz de destrozar no ya honores sino
vidas. Por supuesto que la obra levantó ampollas en la sociedad de su
tiempo – la de la República Federal Alemana- crispada, llena de miedo y odio,
que la convertía en fácilmente manipulable. Eso es lo que pretendía el
autor para desenmascarar al diario alemán Bild-Zeituná –que aparece como “El
Periódico” en la novela-, que utilizaba prácticas poco éticas en sus
artículos.
En estos días, con tantos debates
acerca de la libertad de expresión, debido a los acontecimientos de París- los
más cruentos- y otros muchos dentro de nuestro territorio, no viene mal la
lectura de una obra que aborda este tema, para poder meditar y estudiar hasta
dónde llega el límite de esta libertad y hasta qué punto se puede tergiversar
la realidad con el único fin de acumular ventas. La prensa irrespetuosa y
manipuladora es capaz de crear un personaje completamente ajeno a la persona
que le sustenta, desnudándola a ésta y desproveyéndola de sus más sagradas
intimidades, sin que ella se pueda defender. ¿Y quién devuelve el honor
perdido?
Estamos presenciando continuamente
juicios paralelos entre la prensa y la ley, que no sirven más que para aumentar
el morbo y las ganancias, que son aplaudidos por la sociedad, ávida de carroña
y que se considera al margen de la polémica. Böll se adelantó en los años
70 del siglo pasado, cuando escribió este libro, a alertarnos sobre la falta de
escrúpulos de la prensa – hoy habría que añadir la televisión- capaz de generar
violencia, incluso en alguien tan pacífico como Katharina. Y de los efectos
colaterales que ello ocasiona, quedando marcados, ya para siempre, sus
amigos. ¿Hasta qué punto no somos todos cómplices de este linchamiento
jaleando estas noticias?
Lo más
terrible, y lo que más nos debe de preocupar como ciudadanos es la impotencia
de Katharina frente a linchamiento mediático y la impasibilidad de los poderes
públicos, que la dejan en la más absoluta indefensión. Después de diez
años de la publicación de la novela “El honor perdido de Katharina Blom”, Böll
escribió un epílogo aclarando cuestiones que le parecía habían quedado poco
definidas. Dice que se trata de un panfleto, de un escrito polémico, que
fue concebido como tal; que se ha catalogado como una novela de terroristas,
cuando no aparece terroristas- sino presunto terroristas- en ella; que se trata
de una historia de amor en la que la pobre Katharina se enamora de un criminal,
a pesar de ello, porque el amor es así; que la protagonista tiene dos
cualidades malditas: orgullo y lealtad; que es un folletín porque Katharina
delinque por amor;
“Es
importante señalar que la narración –dice Böll- no sólo tiene un título (El
honor perdido de Katharina Blum), también incluye un subtitulo: “Cómo surge la
violencia y adónde puede conducir”. También tiene un lema: "Las personas
que se citan y los hechos que se relatan son producto de la fantasía del autor.
Si ciertos procedimientos periodísticos recuerdan los del Bild-Zeitung, el
paralelismo no es intencionado, sino inevitable". Título, subtitulo y
lema, aparentemente tres pequeñeces, son importantes componentes de la
narración. Pertenecen a ella. Sin ellos, no se entiende la tesis
panfletística...¡ y ésta es realmente una novela de tesis! Quien se ocupe de
este relato debería ocuparse en primer lugar de estos tres elementos, pues
conforman prácticamente una interpretación por sí solos.”
Parodiando
la el último grito de moda, creo que las personas sensibles ante tantos
atropellos mediáticos, podemos decir: ”Yo también soy Katharina”
PJ Blanco
Rubio 23-1-2015