sábado, 24 de enero de 2015

Taller de Crítica literaria Febrero 2015



Heinrich Böll (Colonia, 1917- Langenbroich-Eifel, 1985) no podía comenzar su novela “El honor perdido de Katharina Blum” con el latiguillo de “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”, ya que su argumento estaba basado en un hecho real. 
En esta parábola, escrita a modo de informe oficial, por un narrador omnisciente, Böll mete el dedo en el ojo al sensacionalismo periodístico capaz de destrozar no ya honores sino vidas. Por supuesto que la obra levantó ampollas en la sociedad de su tiempo – la de la República Federal Alemana- crispada, llena de miedo y odio, que la convertía en fácilmente manipulable. Eso es lo que pretendía el autor para desenmascarar al diario alemán Bild-Zeituná –que aparece como “El Periódico” en la novela-, que utilizaba prácticas poco éticas en sus artículos. 
En estos días, con tantos debates acerca de la libertad de expresión, debido a los acontecimientos de París- los más cruentos- y otros muchos dentro de nuestro territorio, no viene mal la lectura de una obra que aborda este tema, para poder meditar y estudiar hasta dónde llega el límite de esta libertad y hasta qué punto se puede tergiversar la realidad con el único fin de acumular ventas. La prensa irrespetuosa y manipuladora es capaz de crear un personaje completamente ajeno a la persona que le sustenta, desnudándola a ésta y desproveyéndola de sus más sagradas intimidades, sin que ella se pueda defender. ¿Y quién devuelve el honor perdido?
Estamos presenciando continuamente juicios paralelos entre la prensa y la ley, que no sirven más que para aumentar el morbo y las ganancias, que son aplaudidos por la sociedad, ávida de carroña y que se considera al margen de la polémica. Böll se adelantó en los años 70 del siglo pasado, cuando escribió este libro, a alertarnos sobre la falta de escrúpulos de la prensa – hoy habría que añadir la televisión- capaz de generar violencia, incluso en alguien tan pacífico como Katharina. Y de los efectos colaterales que ello ocasiona, quedando marcados, ya para siempre, sus amigos. ¿Hasta qué punto no somos todos cómplices de este linchamiento jaleando estas noticias?
Lo más terrible, y lo que más nos debe de preocupar como ciudadanos es la impotencia de Katharina frente a linchamiento mediático y la impasibilidad de los poderes públicos, que la dejan en la más absoluta indefensión. Después de diez años de la publicación de la novela “El honor perdido de Katharina Blom”, Böll escribió un epílogo aclarando cuestiones que le parecía habían quedado poco definidas. Dice que se trata de un panfleto, de un escrito polémico, que fue concebido como tal; que se ha catalogado como una novela de terroristas, cuando no aparece terroristas- sino presunto terroristas- en ella; que se trata de una historia de amor en la que la pobre Katharina se enamora de un criminal, a pesar de ello, porque el amor es así; que la protagonista tiene dos cualidades malditas: orgullo y lealtad; que es un folletín porque Katharina delinque por amor;  

“Es importante señalar que la narración –dice Böll- no sólo tiene un título (El honor perdido de Katharina Blum), también incluye un subtitulo: “Cómo surge la violencia y adónde puede conducir”. También tiene un lema: "Las personas que se citan y los hechos que se relatan son producto de la fantasía del autor. Si ciertos procedimientos periodísticos recuerdan los del Bild-Zeitung, el paralelismo no es intencionado, sino inevitable". Título, subtitulo y lema, aparentemente tres pequeñeces, son importantes componentes de la narración. Pertenecen a ella. Sin ellos, no se entiende la tesis panfletística...¡ y ésta es realmente una novela de tesis! Quien se ocupe de este relato debería ocuparse en primer lugar de estos tres elementos, pues conforman prácticamente una interpretación por sí solos.”

Parodiando la el último grito de moda, creo que las personas sensibles ante tantos atropellos mediáticos, podemos decir: ”Yo también soy Katharina”
PJ Blanco Rubio 23-1-2015