Los Mares del Sur Manuel Vázquez Montalbán
LOS MARES DEL SUR, pese a su premio Planeta de
1979, es una novela menor de Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona 1939- Bankok 2003) que fue uno de los periodistas y ensayistas más
prolíficos y valorados de su época, al que le alcanzó la etapa de la Transición
en su plenitud literaria.
El autor, militante del PSUC, que había conocido la
cárcel lo mismo que su padre, aprovecha el personaje de Pepe Carvalho para
hacer un repaso de la sociedad barcelonesa desde la aristocracia más
conservadora hasta el proletariado y la marginalidad segregada en los barrios
periféricos.
Pero Vázquez Montalván, al menos en esta obra, no
se sabe liberar de su deformación profesional de periodista de izquierdas y
utiliza la novela para enviar un mensaje social dentro de un argumento lineal,
a base de entrevistas personales, con poco suspense y
muy floja agilidad narrativa.
Partiendo de
la muerte de Carlos Stuart Pedrell, magnate inmobiliario, que había anunciado
su partida hacia los Mares del Sur a sus allegados, desligándose de los
negocios, para seguir la huella de Gauguin, Pepe Carvalho lleva a cabo la
investigación del crimen desde la propia familia Pedrell, comenzando por la
esposa del finado, Mima; encantadísima con la marcha de su marido porque ello
le había dado la oportunidad de dirigir las empresas familiares y descubrise a
sí misma que no era solamente una señora pija y superficial sino que tenía la cabeza
muy bien puesta.
Esta
actitud, lo mismo que la dignísima de Ana Briongos, sindicalista enamorada de Pedrell, le confiere a Vazquez Montalbán un punto
feminista, que no se le asoma en la conducta de su protagonista, Carvalho.
En un desarrollo completamente plano, de descripciones a veces hermosas
literariamente y un tanto líricas en algún momento, cargadas de reflexión casi
siempre, el personaje de Carvalho, lleva el peso de la obra. Parece que lo que
pretende el autor es exaltar la
vitalidad, sobre todo sexual y gastronómica del detective ácrata, que quema
diariamente uno de los libros de su biblioteca, tan tierno con su perrita, con alusiones
demasiado reiterativas acerca de la comida, dando la sensación de que la búsqueda del asesino es secundaria:
los personajes que van surgiendo parecen el coro que necesita Pepe Carvalho
para justificarse. Algunos, como “Yes”,
la hija de Pedrell son innecesarios y parecen un relleno erótico escrito
pensando en el marketing.
A medida que se avanza en la lectura, se va
alejando el lector del mito del Sur para
entrar en la realidad del Sur.
¿Qué diferencia existe entre el Sur como
metáfora y el Sur como certeza? ¿Dónde
se encuentra el Sur en cada país, cada ciudad y hasta en cada rincón?
¿Por qué la expresión “Mares del Sur” nos aleja de
la evidencia a golpe del oleaje de las diferentes clases sociales?
¿Pretendemos
olvidar, adentrándonos en el mar, la verdad que nos hiere y nos molesta porque
nosotros mismos somos los creadores de su fatalidad?
¿Podremos convertir el Sur miserable que hemos creado en nuestra comunidad en el
Sur soñado por artistas y poetas?
Por ahí
debían reconcomerle los remordimientos a Pedrell para cambiar de identidad y
comprobar “in situ” su propia vileza.
El título de la novela, que predispone hacia una
obra plena de placeres bucólicos en la Polinesia pero que le encamina hacia el
barrio de San Magín donde se pudre la clase obrera en pisos mal construidos
para mayor ganancia de los promotores - en el año 79 ya se había descubierto la
corrupción inmobiliaria en este país - es un aldabonazo que abre la puerta a la
amargura y el desaliento.
Hay mucha decepción y mucha tristeza en esta novela
muy negra de Vázquez Montalbán acerca
de la sociedad española en un momento en el que parecía exultante de
esperanza, que no se puede ocultar con una salsa holandesa ni con el aspecto de
bon vivant de Pepe Carvalho. Alter ego, según dicen del autor… que sí murió en
los auténticos Mares del Sur, hace ahora diez años.
Una muerte
irónica acorde con el título de esta
su obra.
PJ Blanco RubioBilbao 19-10-2013