domingo, 24 de noviembre de 2013

Taller de Crítica literaria Diciembre 2013


Nada tiene de extraño que un director de teatro, a caballo entre la Suecia donde nació (Estocolmo, 1948), que hace profesión de su intelectualidad comprometida dirigiendo teatro seis meses al año en Maputo, Mozambique, dedique una de sus novelas, “El chino”, publicada por Tusquets en 2008, a plantear los problemas que se le avecinan al continente africano de manos del neocapitalismo chino.
Henning Mankel, uno de los escritores pioneros en literatura negra, que ha recibido, entre otros el premio Pepe Carvalho, es por su fuerza narrativa uno de los pioneros en este género literario que se lee de un suspiro deseando pistas que ayudan al lector a ir desmadejando la intriga que surge sangrante en el primer capítulo.

En una aldea remota del norte de Suecia, aparecen degolladas 19 personas sin motivo aparente alguno, pertenecientes a la misma familia. El acusado se suicida en la cárcel, lo que no satisface a la juez Birgitta Roslin, de baja por enfermedad, que comienza por su cuenta, una línea de investigación por demás insólita, para resolver el problema.

 A través de la pista proporcionada por  la cinta roja de un farolillo de un restaurante descubre, en un hotel próximo, que un chino se  había alojado en él  por los días de la masacre y  cuya fotografía aparece en la cámara de vigilancia.

Circunstancias turístico-intelectuales le hacen acompañar a una amiga hasta Pekín, sumido entonces en los preparativos de los Juegos Olímpicos,  Y, mira tú, que en  el primer lugar donde presenta la foto del chinito de la cinta - total, Pekín tenía a la sazón unos 14 millones de habitantes de nada- le pisa en el callo al causante de las muertes, que le dedica  vigilancia continua.
 Después de que le robaran el bolso- ella ya sospechaba que era para meterse en sus intimidades porque se lo devuelven enseguida-, aparece, majestuosa, una empleada del gobierno, Hong, que le va sonsacando los motivos de su visita, a la vez que le pone al corriente de las circunstancias del momento histórico tan crucial como es el paso al capitalismo sin perder las esencias del comunismo de Mao.
 Sus conversaciones dan al lector muchas pistas del asunto. Y hasta le lleva la funcionaria a presenciar un juicio, dado que Birgitta es juez y le iba el tema por lo que hablan acerca de la pena de muerte y esos temas trascendentales. Terminan medio amigas, dentro de las diferencias. A Birgitta, le comienza a entrar miedo porque se siente vigilada y se larga a su tierra, en cuanto termina el congreso al que ha acudido como acompañante.
Al poco tiempo, se entera Hong de que van a fusilar a un capitalista amigo de su hermano Ra Yu, que como éste, es dueño de un emporio, pero que ha caído en desgracia por lo que morirá sin remedio para dar ejemplo de la integridad del Gobierno;  le visita en su celda de muerte donde se entera de las trapacerías de Ra Yu, tan corrupto como el condenado, pero más astuto por lo que aún figura entre la élite de los empresarios que acompañan a los embajadores en sus viajes de negocios.

Ambos hermanos, Mong y Ra Yu,  por distintos procedimientos, acompañan a un grupo de emprendedores chinos a Zimbawe, a parlamentar con el presidente Mugabe, al que le dan ayuda económica y espiritual, y del que pueden sacar el permiso para trasladar a su rico país a varios millares de chinos como colonos, y que les proporcionarían pingües beneficios.
Hablan los hermanos, y él se da cuenta de que Mong es una persona honrada, que cree en la solidaridad y la justicia y que le reprocha su maldad y le acusa de ser el responsable de las muertes de los suecos aldeanos.
Mong no entiende que su hermano, que  ha estado leyendo las memorias de un antepasado que estuvo esclavizado construyendo el ferrocarril de Estados Unidos en el siglo XIX, pueda llevar el rencor de varias generaciones en su corazón como para deshacerse de los herederos del tal JA, que fue su verdugo en la construcción del ferrocarril americano. Mong pensaba que sería amor y lealtad  a la familia, pero el lector descubre que no, porque la elimina por el procedimiento del accidente provocado. Era muy malo y muy vengativo el Ra Yu.

 Pero como Mong sabe que su hermano es capaz de todo, el autor hace aparecer en Zimbawe, por arte de birlibirloque, a una antigua compañera de colegio, que no veía desde la adolescencia, a la que le entrega una carta que debe dar a Birgitta, en caso de que ella fallezca de muerte sospechosa.
 Cuando le llega a las magníficas oficinas de Ra Yu, la noticia de que va a ser investigado en sus finanzas, cae en la cuenta de que, muerta su hermana,  tiene que ser la acusadora la Birgitta de Suecia. Y allá se va a por ella.

Con este argumento, pues la lectora, que era yo, he tenido que hacer horas extraordinarias para poder ir descubriendo algo del asunto, que me traía en ascuas . Pero me he quedado con las ganas de saber cómo descubrió el primer chino, que fue torturado por el JA, qué apellido significaba la A, y cómo supo de dónde era, porque allí se comunicaban muy poco, que no lo cuenta el autor lo que  me parece un fallo imperdonable.

Y , una vez leída y descansando cuando se acaba todo: pagando el malo, como debe ser, me pregunto: ¿Es ésta una buena novela?
 Pues si es  por enganchar al lector, digamos que sí.
Por su forma estructural de hacer flashback y darnos un paseo por la América profunda del Oeste, también.
Por hacer entender cómo pueden ser los mecanismos sociopolíticos en la expansión mundial que están realizando los chinos tanto en Europa como en África en estos momentos,…bueno.
Por los razonamientos acerca de las consecuencia de la economía global…de acuerdo.
Pero me ha parecido ingenua la irrupción en escena de los personajes- bien caracterizados, es cierto- sin venir a cuento y con una simpleza  de aparición bastante mágica.
Tiene demasiadas incongruencias para considerarla una novela redonda.
Me gustó más “El ojo del leopardo”, pese a que ambas disfrutan de una traducción impecable y se leen con mucho gusto.

 PJ Blanco Rubio. Bilbao, 15-11-2013


domingo, 17 de noviembre de 2013

Novela "Estrellas errantes en el camino" de Elena González Martínez




"Un pequeño pueblo de la Castilla profunda
es el lugar donde nacen las raíces del protagonista, Andrés.
Dos muertes inesperadas…
Un peregrinaje por tierras holladas por muchas generaciones…
El amor que surge a la luz de una lluvia de estrellas…
La amistad como hilo que entreteje muchas vidas…
Un secuestro que une más a los amigos en el sufrir, en la esperanza, en la alegría…
Un ramillete de historias que endulzan las noches…
Un final con un futuro lleno de ilusiones y esperanzas."


Elena González Martinez-Vallejo pasa su infancia y adolescencia en Castilla-León. Maestra de las de antaño, su vocación por enseñar le lleva a las Islas Canarias, y en concreto a la Isla de La Palma, lugar donde forma su familia. Por avatares de su profesión se traslada a Bilbao, ciudad en la que su corazón terminará echando raíces.

Colabora en varias revistas y ha escrito varios libros en colaboración. En marzo de 2008 comienza su andadura en solitario con la obra "Retazos de vida", a esta sigue en 2010 "Crónica de una violación legalizada”. "Estrellas errantes en el Camino" es su última obra, obra que condensa sufrimientos y angustias, pero también ilusiones y esperanzas.



Poemario "Luna desnuda" de Rosa María Mielgo





La huella emocional de los recuerdos, de los sueños, de la vida y, sobre todo, del amor en todas sus facetas: el amor fraterno, la amistad, el amor a los hijos, el amor pasional. Todos estos elementos recorren su poesía, desnudando la Rosa, pétalo a pétalo, investigando el poder de las palabras, del verso y su capacidad evocadora. Así va creciendo y madurando su poesía, como pudimos ver en su segundo libro, Los mares de la luna.
Este nuevo poemario, Luna desnuda, anuncia en su título el final del camino. En él Rosa culmina su recorrido de iniciación al verso, y descubre su propia voz, libre de todo lo que la ocultaba. Vuelven las emociones y los sentimientos que han empapado sus trabajos anteriores, y permanece también su necesidad de reinterpretarlos a través de la pluma, “con la que escribo y me vierto”, como dijera ya desde su primer libro. Regresan, de nuevo, en el silencio de la noche y a la luz de la luna, inspiradoras, mágicas, románticas.
Termina, por tanto, una etapa, un viaje a través del cual ha aprendido a mirar y a mirarse, y al mismo tiempo a mostrar y a mostrarse. Y ahora, con su propia voz, emprenderá un nuevo viaje, más ligera, después de dejar el peso del camino recorrido en las páginas de los libros que componen esta trilogía, escrita bajo el hechizo de la luna.
Roberto Mielgo Merino