viernes, 23 de septiembre de 2011

Taller de crítica literaria , lunes 3 octubre 2011 , C. Cívico Bidarte (Deusto)




 Título:  INÉS Y LA ALEGRÍA  (septiembre 2010)
Autora:  Almudena Grandes   (Madrid 1960)
Editado: Tusquets Editores S.A.






Crítica de Eduardo Medina


        “Toulouse, un día de agosto, quizás aún julio, tal vez en los comienzos de setiembre de 1939.” Así comienza una narración densa; con una plantilla  de personajes inacabable, los republicanos exiliados en Francia tras el golpe de estado de Franco y la guerra civil; la familia de Inés, conservadora y tradicionalista; todos ellos entremezclados con personas reales: Carrillo, Monzón, la Pasionaria, el Caudillo, su hermana, su cuñado…

¿Alguien de los que estamos aquí sabría decir quiénes son: Virtudes, o Pedro Castelar, el Cabrero o el Bocas…? Vaya lío, ¿comprendes? (un estribillo que se repite una y otra vez con acierto, y da un toque de humor en unas vidas angustiadas, sin horizonte). He repasado el texto una y otra vez, he hecho una lista de las personas que van apareciendo, la he consultado muchas veces y, aun así, no consigo recordar a todos los que van apareciendo: familiares o personas allegadas de Inés y los comunistas, reales o de ficción. Sin embargo, a pesar de esa dificultad, es indudable el interés que despierta esta historia de republicanos y nacionales enfrentados en una lucha sin cuartel; de familias divididas con miembros en bandos diferentes, y al fondo la lucha irrenunciable por alcanzar la libertad personal en la vida.

La narración es intensa, minuciosa muchas veces, rápida o detallista, de cómo se gestaron esos hechos y cómo afectaron a los muchos personajes que la autora ha ido delineando. Dos personajes: Inés, la hija pequeña de una familia bien de Madrid, y Galán, minero asturiano capitán del ejército republicano, se alternan en la narración. Ambos  se conocen por azar del destino y se enamoran. El estilo narrativo es sobresaliente, trazos firmes cargados de emoción, saltos en el tiempo que le dan agilidad; unas cuantas historias de amor primorosas  que endulzan unas vidas duras, inciertas, desoladas, sin horizontes.

 ¿Y la alegría que anuncia el título, dónde está? En la solidaridad, en la entrega… “Como rehén, como prisionera, os limpio la casa, os lavo la ropa, os hago la comida… lo que haga falta con tal de que no me devolváis”… Son sus palabras al llegar a Bosost y encontrarse con un grupo de milicianos que dudan y sospechan de ella. Inés, tras su marcha borrascosa huyendo de su familia, se entrega y se ofrece para hacer la vida de esos refugiados más amable, más agradable, de esa manera brota la alegría.

Eduardo Medina 23/09/2011

Crítica de Petra Jesús Blanco

Nadie tiene la menor duda de que Almudena Grandes es una de las escritoras más emblemáticas de la actualidad, lo que, de entrada, supone una garantía para los lectores. Sabiendo, además, que “Inés y la Alegría” se trata del primer libro de una serie dedicada a la Guerra Civil, y con la seguridad de que la autora, consciente de su responsabilidad, se documenta fielmente, se abordan sus más de 700 páginas, considerando que, entre figuración y figuración, vamos a profundizar en nuestro conocimiento de la Guerra y los primeros años del franquismo.


Es cierto que el sustrato de la obra es en su totalidad un entramado histórico y verídico, pero exceptuando el hecho concreto de la invasión romántica por 4000 guerrilleros republicanos del Valle de Arán, entre los días 19 y 24 de octubre de 1944 , todo lo que ocurre en la novela es producto de la imaginación de la autora.

Incluso los personajes históricos- siempre situados en el lugar y momento correctos, eso sí- son tratados desde el punto de vista del razonamiento de Grandes, capaz como buena literata, de introducirse en sus cerebros y pensar lo que a ella le parecía que debían haber pensado en tales circunstancias. Porque la Historia no se detiene más que en los hechos más o menos probados; no así la Literatura en la que caben todas las elucubraciones .

Hay que tener en cuenta que, hasta la fecha, la Historia la han escrito los varones, tan incapaces de aceptar que tales o cuales hazañas carecerían de heroísmo y fueron sencillamente resultado de situaciones emocionales. De ahí que la frase más repetida en “Inés y la Alegría” sea: “La historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales.”.

Solamente por esta reflexión ya merece leerse el libro que, por otra parte, es ciertamente farragoso en el primer tercio por un abuso de personajes y la presencia de tres narradores continuamente mezclándose: Inés, Galán y la propia autora.

Inés aparece enseguida. Es una burguesita madrileña catequizada por los republicanos, lo que le llevará a la cárcel de la que es rescatada gracias a la intervención de su propio hermano, falangista de pro, y que huye hacia Arán, enterada por radio Pirenaica de la llegada de los guerrilleros para unirse a su causa.

Hasta aquí, real como la vida misma: rara es la familia que no ha tenido entre sus miembros parientes situados en los dos polos ideológicos.

Se respira un maniqueísmo impropio de una autora veterana: los personajes son buenos o malos, sin términos medios. Incluso el tratamiento que concede a Pasionaria adolece de una hagiografía sospechosa- entrañable por otra parte- a la que ve como la Gran Madre Dolorosa en la que se personifican todas las virtudes de aquel Partido Comunista, casi virgen, que acoge en su seno a los exiliados tanto fuera de España como a los que llevan su exilio interior sobreviviendo bajo el franquismo.

Solamente aparece la Alegría como tal, explícitamente, en el discurso que Dolores Ibarruri dirige a sus partidarios en el Congreso de Toulouse. No he encontrado más alegría.

Sí he encontrado mucho miedo. Miedo al otro. Al que te puede hacer daño, a traicionarte, a delatarte en la clandestinidad y llevarte a la cárcel o a la muerte, a ponerte la zancadilla para quedarse con tu puesto, a quien te está utilizando, a quien te puede agredir sexualmente con impunidad.

Y este miedo, a flor de piel en la época, hace que las personas se refugien en el Partido como en una iglesia laica y primitiva en la que no existe la propiedad privada, compartiendo el plato, sin saber exactamente qué es el Partido que unas veces acoge y otras aniquila si se ha dejado de ser operativo.

La novela- que no historia- tiene su suspense en la clandestinidad del propio PC en España en tiempos de Franco y ofrece hermosas páginas escritas con la mejor literatura. Tal vez le sobren algunas escenas de fogones que hubieran acortado su extensión. Se lee muy bien pese al final idílico e ingenuo del encuentro entre la madre- que se acercaba a los exiliados escudándose en las peregrinaciones a Lourdes- y el hijo- que salía hacia Francia con el pretexto de acampadas sin tener ni botas de monte- a espaldas del feroz falangista al que se la dieron con queso.


Y colorín colorado.
Bilbao, 14-8-2011 Petra-Jesús Blanco